Un día, mientras caminaba por la calle, Andrés Manuel López Obrador es trágicamente atropellado por un camión y muere.
Su alma llega al paraíso y se encuentra en la entrada a San Pedro en persona.
-- "Bienvenido al paraíso, -le dice San Pedro-. Antes de que te acomodes, parece que hay un problema por una consulta telefónica. Verás, por una confusión rara y falta de desafuero, has llegado aquí y no estamos seguros de qué hacer contigo. Lo que haremos será hacerte pasar un día en el infierno y otro en el paraíso, y luego podrás elegir dónde pasar la eternidad."
Y con esto San Pedro acompaña al Peje al ascensor y baja, baja hasta el infierno.
Las puertas se abren y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf.
A lo lejos hay un club y de pie delante de él están todos sus amigos políticos que habían trabajado con él, Bejarano, Dolores Padierna, Martí Batres, Encinas…etc. Todos vestidos con traje de noche y muy contentos. Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían con segundos pisos, ambulantes, viejitos, permisos de construcción en Polanco.
Juegan un agradable partido de golf y luego por la noche cenan juntos en el Restaurante Gourmet del club con langosta, tamalitos de chipilín y pejelagarto. Comparten la noche con hermosísimas y liberales jovencitas.
Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando. Se está divirtiendo tanto que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse. Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor.
El ascensor sube, sube, sube, y se reabre la puerta del paraíso donde San Pedro lo está esperando.
-- "Ahora es el momento de pasar al paraíso."
Así que el político (inescrupuloso, ciertamente), pasa las 24 horas sucesivas pasando de nube en nube, tocando el arpa y cantando. Antes de que se de cuenta, las 24 horas ya han pasado y San Pedro va a buscarlo.
-- "Ya has pasado un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad."
El Peje reflexiona un momento y luego responde:
-- "Bueno, el paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el infierno."
Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja, hasta el infierno. Cuando las puertas del ascensor se abren se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de excremento y desperdicios (Reforma después de bloqueos. Ve a todos sus amigos vestidos con trapos, recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.
El Diablo lo alcanza y le pone un brazo en el cuello.
-- "No entiendo, -balbucea el Peje-. Ayer estuve aquí y había lindas mujeres, un campo de golf y un club, y comimos langosta y caviar, y bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es un terreno desértico lleno de porquerías... como el D.F., y mis amigos parecen unos miserables."
El Diablo lo mira, sonríe y dice:
-- "Ayer estábamos en campaña. Hoy..., ya votaste por nosotros..."
Se encuentra también al Diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando. Se está divirtiendo tanto que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse. Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor.
El ascensor sube, sube, sube, y se reabre la puerta del paraíso donde San Pedro lo está esperando.
-- "Ahora es el momento de pasar al paraíso."
Así que el político (inescrupuloso, ciertamente), pasa las 24 horas sucesivas pasando de nube en nube, tocando el arpa y cantando. Antes de que se de cuenta, las 24 horas ya han pasado y San Pedro va a buscarlo.
-- "Ya has pasado un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad."
El Peje reflexiona un momento y luego responde:
-- "Bueno, el paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor en el infierno."
Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja, hasta el infierno. Cuando las puertas del ascensor se abren se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de excremento y desperdicios (Reforma después de bloqueos. Ve a todos sus amigos vestidos con trapos, recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.
El Diablo lo alcanza y le pone un brazo en el cuello.
-- "No entiendo, -balbucea el Peje-. Ayer estuve aquí y había lindas mujeres, un campo de golf y un club, y comimos langosta y caviar, y bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es un terreno desértico lleno de porquerías... como el D.F., y mis amigos parecen unos miserables."
El Diablo lo mira, sonríe y dice:
-- "Ayer estábamos en campaña. Hoy..., ya votaste por nosotros..."
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