domingo, 6 de noviembre de 2011

EL TÍO LAUREANO

 

Por: El Cagüilense

 

El buen tío Laureano –Laureano Garza Cantú Treviño--, un buen hombre de costumbres clásicas del norteño estado de Coahuila y su hermano Nuevo León, estaba un buen día, sentado a la sombra de un buen árbol, con su abanico en mano y su jarra de agua de limón a un lado, todo desde luego para contrarrestar el sabroso calor de aquellos lares.  La escena es en el rancho "El Paisano" de su propiedad, ubicado cerca de Piedras Negras.

 

Estaba pues el tío apaciblemente sentado, cuando oye una algarabía causada por arribo de de una Picap último modelo.  Era nada, más y nada menos, que José Garza, su entrañable compadre, quien hacia tiempo se había ido a vivir a Falfurrias, Texas.  ---"Jelou compadre, jaguar yu", mi acaba de arraib fron Texas"

 

Entraron en amena plática, cmpurtreada con inglishm y como es natural versaba principalmente en remembrar viejas andanzas.  Laureano le platicó a José que últimamente le estaban robando por las noches.  José, ni tardo ni perezoso, le ofreció mandarle unos perros que eran excelentes como guardianes: --"No compadre, vu chal si, dous dogues ar veri bravos, di bandit chal bi arrepemtidos".  Total que José se despidió efusivamente y se fue para Texas.

 

A los dos días llegó en camioneta, con placas de Texas, llevando dos hermosos animales, el chofer entregó a Laureano una tarjeta que a la letra decía: "Lo dicho compadre, deris goin dis par di animals yu dormir tranquilo". Ni hablar, Laureano se regocijó y comentó: --"Ahora si van a ver esos malditos, les van a quedar muy pocas ganas de visitar mi rancho".

 

Transcurrió el día y llegó la noche.  Laureano se retiró a dormir, obviamente tranquilo por la nueva compañía canina.  Como a las dos de la mañana, oyó un revoloteo afuera de la casa, Laureano sonrió sarcásticamente, se dio vuelta en la cama, cerró los ojos y a retomar el sueño.

 

En la mañana, temprano como era su costumbre, Laureano se levantó, se vistió tranquilamente y salió de la casa.  Cual enorme no fue su sorpresa que se encontró con que toda la leña, tres carros por lo menos que estaban apilados en el patio habían desaparecido.  El par de perros que su compadre le había regalado brillaban por su ausencia.

 

No bien habían dado las ocho de la mañana, cuando sonó el teléfono, era su compadre José: ---"Jalou compadre, jaguar yu, yo spic yu para nou jau di dogues were".

 

Don Laureano inmediatamente replicó: ---"Oiga compadre, Juat guatzimaroa con esos doges, ron pa'ca y ron pa'llá y sombodi se robó la leña".

 

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