martes, 10 de agosto de 2010

8.- El mudo comprando condones.

Por: Yohsohi Ablahdohr

Felicio era un hombre que desde su nacimiento era sordo- mudo.  Un buen día se encontró con Junicia, una chica de no malos bigotes, que ara su amiga desde la niñez, y quien era también sorda-muda.  Como tenían mucho tiempo de no verse, ya que ella había estado estudiando en el extranjero, aparte del gran gusto por haberse encontrado casualmente, se propusieron mutuamente ir a un bar a platicar –en lenguaje a señas--  y obviamente a tomarse unas dos que tres, y así lo hicieron.

En aquel ambiente de franca camaradería y de los dos que tres que se tomaron, de plano, también mutuamente y para no desentonar con costumbres actuales, se propusieron echarse una siesta a calzón quitado.

También para no desentonar con la época, Junicia le preguntó a Felicio que si traía condón, a su respuesta negativa, le dijo: ándale, ve a comprarlos, y yo me adelanto al hotel.  --¿Cuál hotel? Preguntó él, a lo que ella respondió, muy segura, al "RUBÍ", que es muy limpio, discreto y seguro.  Ok, asintió él.

Llegó Felicio a la farmacia, se dirigió al mostrador y esperó a que lo atendieran.  Se acercó un dependiente y le pregunta:

--"En que puedo servirle amigo"

Felicio se le queda mirando y con señas empieza a tratar de darse a entender, pero el dependiente no le entiende ni soca, por lo que, ya medio desesperado, sobre todo por las ansias que tenía de desnudarse con Junicia, se abre la bragueta del pantalón, se saca el "garrote" –de buen tamaño--  lo pone sobre el mostrador y junto el dinero.  El dependiente, muy atento a la acción, le dice:

--"Ah, ya le entendí.

Entonces se desbrocha la bragueta, se saca el "garrote", notoriamente más grande que el de Felició, pone el dinero –una suma igual que la que había puesto Felicio--  y grita, sin esconder su regocijo, ¡YO GANO!, recoge todo el dinero y guarda el instrumento y se retira satisfecho y orgulloso de ser poseedor de tan grande instrumento.

Felicio se queda de a seis, sin entender nada y se retira lamentándose de su incapacidad.  Pero se consuela pensando, bueno pues tendré que demostrarle a Junicia mis habilidades lingüísticas, no puedo hablar pero si mover la lengua, además de que tengo mucha práctica con los dedos.  Y apresuró el paso en dirección del "RUBI", en donde ansiosa lo espera Junicia.

Ya no se supo más de Felicio y Junicia, pero todo hace suponer que pasaron una buena velada, ¿y usted que cree?


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